Los árboles son unos seres vivos que, al contrario que las personas, no dejan de crecer en toda su vida, aunque lo hacen de forma discontinua. En primavera, cuando hay más humedad, el árbol crea nuevas células de crecimiento que se manifiestan a través de unos anillos concéntricos que dejan una marca de color claro en el tronco. A medida que se acerca el verano y existen menos recursos de agua, el árbol continua creciendo, pero a un ritmo mucho más lento. Durante el invierno, estas células se van muriendo y dejan marcado en el tronco un anillo de color oscuro. La siguiente primavera vuelve a comenzar el ciclo.
Así podemos decir que un anillo claro y un anillo oscuro contiguos corresponden, aproximadamente, a un año completo de crecimiento. El grosor de los anillos de crecimiento permite conocer además las condiciones ambientales donde vive el árbol (temperatura, luz, altitud, disposición de agua, etc.).

Pero no necesariamente hay que cortar un árbol para saber su edad. Si el árbol está vivo, se puede medir la circunferencia de un tronco a una altura de unos 130 cm respecto del suelo. Después se calcula el diámetro (la circunferencia dividida entre Pi). Finalmente, se multiplica el diámetro por el factor de crecimiento medio de la especie de ese árbol (no todas las especies crecen al mismo ritmo). El resultado será, en años, la edad aproximada del árbol. Para averiguar el factor de crecimiento, o bien se miden los anillos de un tronco cortado de la misma especie o bien se busca esta información en los libros de ciencia, disponibles en todas las bibliotecas. Esto te dará la edad aproximada en años.