El primer puzle se creó en el año 1766. Su creador fue el aprendiz de geógrafo real de la corona inglesa John Spilsbury. Como era cartógrafo, colocó uno de los mapas de Europa diseñados por él sobre una tabla de madera y se dedicó a la laboriosa tarea de serrar los bordes de cada uno de los reinos, con la idea de que los niños aprendieran geografía ensamblando cada uno de los países en el sitio correcto.

Esta idea obtuvo una gran popularidad tanto entre los niños como entre los adultos, y en tan solo dos años ya se fabricaban puzles para enseñar tablas matemáticas, escenas de la Biblia o árboles genealógicos de grandes personalidades de la historia.

Al realizarse en madera y ser tan laboriosa su fabricación, comprar un puzle resultaba muy caro. Sólo se lo podía permitir la alta sociedad. A principios del siglo XIX se comenzaron a fabricar puzles en cartón para hacerlos más accesibles a personas con menor poder adquisitivo. Se trataba de un pasatiempo muy popular que proporcionaba muchas horas de diversión.

La palabra “puzle” viene del inglés. Significa “encrucijada, rompecabezas”. En inglés se les llama “jigsaw puzzle”. “Jigsaw” significa “sierra de vaivén” que eran las sierras que se utilizaban antiguamente para cortar a mano las láminas de madera para hacer los puzles.

Poco a poco se fue diversificando el número de piezas para añadir dificultad, y también la temática: paisajes, obras de arte, dibujos en blanco y negro, etc. El puzle a la venta con mayor número de piezas es el denominado «Life: The Great Challenge», con 24.000 piezas, cuyas medidas, una vez montado, son 4,28m x 1,57m.

En cuanto al más difícil, hay muchas opiniones, pero la mayoría coinciden en elegir el que reproduce el cuadro de Jackson Pollock denominado “convergence”.

Actualmente hay numerosos clubs y foros de aficionados a los puzles. Incluso se organizan campeonatos a nivel nacional y mundial.