Se denomina anacronismo al hecho de situar a una persona o cosa en un período de tiempo que no se corresponde, es decir, que está fuera de su tiempo cronológico. Se utiliza mucho en la literatura, en el cine, y también en el arte y la restauración de monumentos.
Un ejemplo de anacronismo es situar un encuentro entre Cervantes y Aristóteles en una novela, o que un actor lleve un reloj de pulsera en una obra de teatro de la antigua Roma.
También en arquitectura existen ejemplos de anacronismos, incorporados de manera intencionada: En la catedral de Palencia, una de las gárgolas del ábside muestra la figura en piedra de un famoso fotógrafo del siglo XX (con cámara de fotos incluida) llamado José Sanabria, que se dedicó a fotografiar el patrimonio artístico de Palencia y su provincia. Esta figura se incorporó en una de sus restauraciones. Otro ejemplo se puede encontrar en el Monasterio de Santa María de Sandoval, del siglo XII, situada en Villaverde de Sandoval (León), donde se muestra un combate de boxeadores. También se puede ver un teléfono móvil labrado en piedra en la catedral de Calahorra, erigida en el siglo XVII, figura que se incorporó también durante su restauración.
A veces en el cine se aprecian anacronismos que a simple vista pasan desapercibidos, como en la escena de la batalla de la película “Braveheart”, en que los guerreros llevan una falda escocesa que no se inventaría hasta 400 años después, o en la película “Gladiator”, en que entre el público hay espectadores con gafas de sol y el protagonista debe abrir un candado, que en esa época aún no se había inventado.
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