El descanso nocturno no sólo es beneficioso, sino también imprescindible. Además de descansar, nos ayuda a almacenar cuanto hemos hecho y aprendido durante el día. El cuerpo se relaja durante el sueño, pero no por ello disminuye la actividad corporal. Todo lo contrario.
Un sueño reparador ayuda a que nuestro sistema inmunitario se fortalezca, puesto que se mantiene un equilibrio general en todo el organismo. Mientras dormimos, el cuerpo libera una sustancia llamada interleucina, que promueve la producción de anticuerpos y estimula el sistema inmunitario, haciéndonos más resistentes a las infecciones por virus.
También durante el sueño mejora nuestro sistema circulatorio, ya que al descender la presión arterial, el corazón realiza menos esfuerzo para bombear la sangre. Al gastar menos energía, el metabolismo también se repone mejor.
Por si esto fuera poco, un buen descanso ayuda a nuestros músculos, puesto que mientras dormimos, al estar tumbados, el organismo descansa más. La posición horizontal facilita que las articulaciones soporten menos peso que durante el día y que los músculos se liberen de la tensión, se relajen y se regeneren. Durante el sueño profundo, el organismo segrega la hormona del crecimiento, que ayuda a los músculos a regenerarse. Por eso es tan importante para los niños el descanso relajado y profundo durante la noche, y especialmente para los bebés, que necesitan tener largos tramos de sueño durante la noche y también durante el día.
Nuestro sueño pasa por diversas etapas durante la noche. Las primeras, las fases 1 y 2, nos proporcionan un sueño ligero en el que la musculatura se relaja; la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la respiratoria descienden, y se registra una menor actividad cerebral. En las fases 3 y 4, el sueño es más profundo, las ondas cerebrales son menos intensas. Por último está la denominada fase REM, que se caracteriza por el movimiento rápido de los ojos (en inglés, Rapid Eye Movement). Es en la que se registra un alto nivel de actividad cerebral, en contraste con la gran relajación muscular. En esta fase es en la que se producen los sueños.
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